"Escribo sobre ti desde hace mucho, incluso antes de conocerte."

Iván Ferreiro.

22.10.10

Sí, siempre he querido que todos los hombres a los que he impresionado se olvidaran de mí. Y sé que hay varias maneras de hacerlo como por ejemplo haciéndoles daño, mucho daño; pero no me sale. No sé engañar, no sé mentir, ni herir, no me sale. Quisiera que dejaran de acordarse de mí e incluso que se aguantasen de hacer preguntas estúpidas que no pienso contestar con verdades, entre ellas: ¿ya hay alguien que se ha pillado los dedos? A lo que respondo siempre: Está al caer. ¿Qué voy a decir sino? No quiero que me recuerden una vez al mes que quieren que sea la madre de sus hijos, no quiero irme a la cama con ninguno de ellos, no me interesan ni para tomar un café y lo siento. Siento parecer borde, superior, engreída y así pasando por pasota hasta llegar a rencorosa. Pero no se trata de nada de esto. Simplemente no me interesan sus discursos sobre el amor, el sexo (¿por qué siempre hablaran de sexo?), la política, la lengua, la vida, etc. No me interesan me aburren, me aburren hasta límites impensables. Y si rara vez consiguen que alguna teoría me resulte válida, siempre me parece mejorable, muy mejorable. Odio que me recuerden que alguna vez los ame (si es que llegue a hacerlo) y que antes les caía más simpática pero que sigo estando igual de sexy (véase sexual). Y que intenten con alguna sonrisa buscar una complicidad inexistente, que se fugó hace ya mucho tiempo. Que insistan en pagar la bebida o me hablen como si aun estuviera en mis diecisiete años me resulta sumamente patético, no quiero darles las gracias por nada. Detesto cuando, en muy pocas ocasiones, me levanto para ir al baño o a coger el diario su mirada se pasee por mi culo. Pero sobretodo me irrita profundamente que me pregunten si pueden tocarme el pelo. ¿De veras es necesario? Y no tengo por costumbre contestar esas preguntas, sólo me dedico a poner cara de mala hostia y creo que es suficiente. Sí, quisiera que todos rehicieran su vida y que cuando conozcan a una buena chica, por favor que no le hablen de mí. Y demostrarles que sí, que algún día llegará el hombre de mi vida, que existe, que no es un imposible mío, que es de carne y huesos, y que está allí. Y que no me aburro de todos sino que meramente ellos no pueden darme ni la mitad de lo que deseo. Que entendieran que mi aspiración va más allá de todo eso que pueden ofrecerme. Que están a años luz de ser el padre de mis hijos o el hombre que me lleve al altar, y demás cosas que se dicen. Y que comprendan que hace una infinidad que dejaron de divertirme. Que no, no me interesan ni para que me enciendan el cigarro cuando no llevo mechero. No los necesito para nada. Sí, siempre he deseado que todos los hombres a los que he impresionado se olvidaran de mí.
Todos, menos tú.

1 comentari:

  1. Cuanto más daño hagas menos te olvidaran es la vena masoquista mascúlina o humana no se, me gustó mucho lo que leó por aqui, volveré, saludos.

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